Rayos cósmicos

Allá por el año 1911, un físico austriaco, Victor F. Hess demostró que la Tierra estaba siendo bombardeada con radiaciones provenientes del espacio exterior. Años más tarde le pondría nombre otro físico, Robert A. Millikan, como «rayos cósmicos».

El origen de los rayos cósmicos, o al menos parte de ellos, parecen ser de procedencia estelar, como los descubiertos en 1942 cuyo origen era nuestra estrella que emite rayos cósmicos cuando se producen en su superficie erupciones solares.

Estos rayos cósmicos estan compuestos por partículas,  nucleos atómicos a altísima velocidad con carga positiva.

Un 90 % son protones de hidrógeno, otor 9 % son nucleos de helio que reciben el nombre de partículas alfa y el 1% restante son nucleos con una masa mayor, algunos tan grandes como el hierro, 56 veces más pesado que un protón.

La mayor parte de estas partículas son retenidas por la parte más alta de la atmosfera, sin embargo una pequeña porporción de estas partículas llegan a la superficie terrestre en incluso pueden llegar a penetrar en la corteza terrestre varios cientos de metros.

Todas estas partículas radioactivas pueden atravesar los cuerpos vivos, tanto animales como humanos, pudiendo crear daños a nivel celular  que darían lugar a mutaciones e incluso pudiendo matar a un individuo. Lo que podría explicar la evolución de la vida en el planeta o al menos en parte.

En cualquier caso, no es algo que deba preocuparnos mientras mantengamos intacta nuestra atmósfera, pues la vida lleva desarrollandose en el planeta desde hace millones de años a pesar del bombardeo de partículas cósmicas.

Sin embargo, esta protección no existe fuera de la atmósfera terrestre, por lo que los cosmonautas pueden verse expuestos a un bombardeo de partículas cósmicas, para las que de nada vale un blindaje. Las partículas chocarían contra los átomos del que estuviera compuesto el blindaje dando lugar a una segunda radiación que saldría disparada en todas direcciones como si de metralla se tratara.

En la carrera espacial llevada a cabo por USA y la antigua URRSS numerosos satélites han sido enviados al espacio para medir la cantidad de rayos cósmicos, sobre todos los de gran masa. La conclusión es que en condiciones normales la radiación es lo suficientemente baja como para que no represente un problema, aunque no dejan de ser peligrosa.

Al ser nuestra estrella la principal emisora de radiación cósmica, solo cuando se dan erupciones solares existe realmente un peligro real.

Por suerte estas no son muy frecuentes aunque aun no se pueden realizar prediciones sobre cuando se van a producir por lo que los astronautas solo pueden esperar tener suerte y que no se  produzcan durante su estancia en el espacio.

Fuente: Isaac Asimov

mury, un beso

 

 

 

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