Y con el ADN se hizo la luz

Los humanos siempre hemos visto con malos ojos a aquellos que eran diferentes a la mayoría del común de los mortales. El gordo, el bajo, el feo, el cobarde, el negro, el chino, el indígena, el pobre, … Pero dentro de su diferencia cohabitaban con nosotros y formaban parte de, digamos la raza humana.

Pero, también siempre, ha existido un pequeño grupo de personas que además de ser diferentes, no eran vistos como humanos y se exibían  como atraciones de feria. Y allí iban los humanos, a pagar por ver a aquellos engendros, fruto, ¡dios sabe!, de que tipo de pecados. Porque eso no podía ser una creación de nuestro bien amado Dios. Ante semejantes monstruos, la gente no podía más que pensar que no eran humanos y seguramente, ninguna mujer podría haber dado a luz a semejantes seres. Quizás algún animal o por generación espontánea, dependiendo del siglo. Sí, eso les dejaba más tranquilos, porque así sabían que a ellos no les sucedería nunca semejante caso, sus hijos serían o mejor estarían dentro de la normalidad.

Pero, esos seres y humanos nacían y sus madres, en muchos casos los repudiaban, se asqueaban, no entendían, qué era aquello tan malo que podrían haber hecho para que Dios las castigara con semejante fatalidad. Ellas eran como el resto de las mujeres, unas veces mejores, otras peores, pero como el resto. Y ante la culpabilidad de la sociedad abandonaban a los monstruos a su suerte o en algún circo, si tenían más suerte, donde al menos les darían cuidados y un trabajo. Pero el resto, del resto no se sabe nada.

Cuantos misterios han sido desvelados desde que se descubrió el ADN. De hecho podemos hablar de un tiempo antes del ADN donde los misterios del cuerpo humano se daban por miles y se llevaban a los circos a ser expuestos como rarezas.

Y es que a partir del descubrimiento del ADN, junto a sus posteriores estudios. Y todos aquellos casos empezaron a ser comprendidos, algo había fallado en la coctelera al mezclar el ADN de ambos progenitores que dió lugar a una extraña mezcla. Una malformación genética que produjo un humano anómalo.

Allí estaba la respuesta a todo, la evolución, las diferentes razas, la tendencia a la miopía, la gordura, el color de ojos, el gigantismo, los siameses, los seres de dos cabezas, la hipertricosis congénita, elefantiasis  y tantas otras más. Unas que se ven a simple vista y otras que no vemos y padecemos. Y aunque el ser humano sigue viendo a todos los que no son como el común de los mortales, diferente, ahora sabe que no son producto del pecado, sino fruto del azar. Un azar, que como en las cartas, uno no sabe a quien se llevará el as o el caballo, es el barajar de cartas, del ADN, el que decide a quien le sale una buena o mala jugada.

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muri, un beso

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