Aunque se crea que en la actualidad que la homosexualidad está más que arraigada y regulada en nuestra cultura, creo más que conveniente hacer mención al tema de la homosexualidad en Grecia, para asentar que aún falta un largo camino por recorrer para que esta sea considerada por todos como algo natural (pues es así) y repasar cómo era este tema en una civilización en la que sentirse atraído por una persona del mismo sexo no era «un enfermedad» como, tristemente, algunas mentes (enfermas) siguen creyendo hoy en día.
La homosexualidad en la época de la Grecia clásica era simplemente una opción más, una opción que no era castigada como se ha hecho hasta día de hoy en nuestra sociedad occidental y, para demostrarlo, lo único que hay que hacer es remitirse a los textos como fuente de información de primera mano.
Desde la época victoriana hasta nuestros días, es verdad que hemos avanzado mucho, pero aún no se ha llegado a cerrar el círculo de que la homosexualidad sea vista por todos y cada uno como una simple opción más, tan válida como la heterosexualidad. Lo mismo ocurre con la bisexualidad, donde incluso me atrevería a decir que también es castigada incluso por los brazos más radicales de algunos colectivos homosexuales.
Aunque hayamos avanzado en los últimos años, la realidad es que estas opciones sexuales no están completamente bien vistas por la sociedad actual. Lo contrario ocurría en al Antigua Grecia, donde el sexo entre hombres estaba visto como algo normal, en especial las relaciones sexuales entre hombres adultos y discípulos, las cuales estaban hasta reguladas por el Estado y eran conocidas como Amor Intergeneracional, donde el adulto (erastes) y el discípulo (eromenos) satisfacían sus deseos sexuales con total libertad.
La edad de los muchachos iba desde la adolescencia a la temprana edad adulta y esta práctica era conocida como paiderastia. La edad de madurez para poder ejercer esta práctica homosexual, por supuesto no estaba regulada de la misma manera que hoy en día pues, en la Grecia Antigua, un muchacho era considerado maduro cuando era capaz de «pensar por sí mismo».
Una de las muchas historias en forma de mito que todos los griegos conocían es que Zeus bajó en forma de águila para llevarse al muchacho más bonito con el objeto de que fuera su amante en el monte Olimpo. Pero esta no era la única historia que demuestra o da fe sobre estas comunes pácticas sexuales entre hombres; sino que además demuestran que eran una tradición de la época y el tema era tocado con naturalidad por filósofos y poetas. Incluso es más, aunque la práctica de amor heterosexual era también común, se consideraba que el sexo bello por excelencia o ideal de belleza era el de un hombre imberbe. El papel de la mujer normalmente estaba relegado a las tareas de la casa y al cuidado de los hijos y estas no tenían cabida en la vida intelectual.
La enseñanza y las actividades atléticas tenían lugar en el gimnasio, y era allí donde hombres y jóvenes dedicaban la mayor parte del día. A él acudían todo tipo de admiradores de la belleza masculina; filósofos, poetas, retóricos y demás, siendo la palestra el lugar elegido para la instrucción de los jóvenes. La palabra gimnasio deriva de gymnos, que quiere decir «desnudo», por lo que se puede llegar a la conclusión de que estos deportes se practicaban sin ropa, cargando así las escenas con un más que lógico erotismo.
La práctica homosexual en esta civilización quedó reflejada también en la poesía y, de la misma manera que los mitos, sirve para hacer referencia hoy en día a dicha práctica. El poeta Píndaro es uno de los máximos exponentes en recoger el amor de hombres hacia muchachos y no solo eso, sino que existen referecias a la práctica del amor homosexual entre mujeres gracias la poetisa lírica Safo. De su obra nos quedan alrededor de 650 poemas y Platón, dos siglos después de su muerte, haría referencia a ella como la décima musa.
Para finalizar con el tema, es conveniente resaltar la historia de Antinoo, el cual fue venerado por las civilizaciones clásicas hasta la aparicion de la cristiandad, siendo este uno de los mayores mitos de la homosexualidad en la Cultura Clásica. Antinoo fue el joven griego amado por el emperador romano Adriano, los dos fueron compañeros inseparables hasta que el joven murió ahogado en el Nilo con tan solo diecinueve años de edad. Adriano, trastornado por su pérdida, solicitó a los sacerdotes que le convirtiera a Antinoo en dios.
Tras estos breves apuntes sobre lo que fue la homosexualidad en una época tan lejana no puedo más que volver a mencionar la diferencia existente entre lo que es hoy en día casi un tema aún tabú para muchos y lo que fue una practica totalmente cotidiana y normalizada hace más de 2.000 años; lo que reafirma el punto de vista que muchos tenemos de que hemos vivido, en la era moderna, en un continuo estado de regresión.
Datos de | The World History of Male Love