Viviendas inuits
A los rigores del clima obedecían las construcciones de las viviendas inuits, diferentes según la estación del año.
Durante el verano, con días de luz, hacían viviendas con tres o mas palos que ataban por la parte superior y cubrían de pieles de foca o de ciervo. Extendían bastas pieles sobre el pavimento para alejarse de la humedad o la escarcha.
En invierno se construían chozas a que daban el nombre de «iglus
Estos iglus eran permanentes, es decir la base donde quedaban las mujeres con los niños y viejos, no son los famosos iglus de hielo que construyen los cazadores en sus expediciones de caza o en los trayectos largos cuando van de visita a otras comunidades.
Para empezar excavaban la tierra a 1’5 m de profundidad, contra los muros apoyaban postes o costillas de ballena que sobresalían más de medio metro y sobre ellos construían una cúpula que solían cubrir de césped dejando algo abierta la techadumbre para que pasase la luz y el humo pero por la que no cabía una persona.
La entrada era un tunel subterráneo tan estrecho que se debía cruzar a gatas. Con el fin de protegerse mejor del frío y las heladas, los esquimales ponían a la entrada del túnel una piel de ciervo que, a modo de puerta, los defendiera del viento.
En ocasiones, sobre la cúpula de la choza, colocaban transparentes intestinos de ballena que retuviera el hálito y el calor de los moradores.En estos casos tenían que renunciar al fuego que lo suplían con lámparas de piedra, cuya la luz les servía para alumbrarse, derretir el hielo para obtener agua con la que beber y cocinar los alimentos.
Ordinariamente, techo y paredes estaban revestidas interiormente de hojas de madera o pieles, y en medio de la habitación ardían o el fuego o la lámpara y alrededor había bancos que a la vez eran camas, que eran tablas sobre recios troncos, cubiertas de pieles o ramas de sauce. Todo lo que guardaba allí eran las necesidades del día
Los almacenes eran cuatro sencillos postes que se levantaban no lejos del iglu bajo lo cuales almacenaban sus pertenencias.
Continuará…
mury, un beso