Para ello podemos encontrar ahora mismo en los mercados dos tipos de sustitutos sexuales, uno que aporta realismo para los sentidos del tacto, vista y el gusto, y el otro realismo en el oído y la vista. Ambos casos cultivan lo último en tecnología de los materiales y de la robótica, y ambos buscan la perfección para estos acompañantes sexuales.
Honeydolls es otra variedad curiosa, donde además de su realismo, en cuanto a su textura y parecido a la mujer de carne y hueso, en su interior contiene un software y un sistema de altavoces para reproducir situaciones dependiendo del contacto que se le practique. Por ejemplo puede gemir, sollozar, pronunciar algunas palabras. Está fabricada en Japón.
Sea una u otra muñeca, la verdad es que si se busca un parecido al ser humano en la ingeniería robótica, a la fuerza tendrán que consultar a estos artistas de la silicona y de la anatomía humana, porque el realismo se hace más que evidente. Otra cuestión a debatir es el uso que luego se le dé a estos fantásticos muñecos, pero hay que reconocer el arte que encierran y el esfuerzo tecnológico inmenso digno de admiración.
Toni Ferrando.