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Arte y tecnología para el sexo

El ser humano tiene dos necesidades básicas: comer y el sexo, donde su impulso es más fuerte que las demás. Al igual que nos hemos sofisticado a la hora de seleccionar nuestros menús para la comida y bebida, encontrando todo tipo de dietas y de gustos culinarios, en el sexo podemos encontrar también todo tipo de gustos y tendencias. Voy a detenerme en uno donde lo curioso estriba en la “supresión” del otro, es decir de la pareja, para sustituirlo por un “ente” artificial.

Para ello podemos encontrar ahora mismo en los mercados dos tipos de sustitutos sexuales, uno que aporta realismo para los sentidos del tacto, vista y el gusto, y el otro realismo en el oído y la vista. Ambos casos cultivan lo último en tecnología de los materiales y de la robótica, y ambos buscan la perfección para estos acompañantes sexuales.

Real Doll se fabrica en EE.UU. y ronda los 6.000 euros. Se crea cada muñeca con una silicona extremadamente similar a la piel humana, con las características que el cliente puede solicitar: rubia o morena, labios más carnosos, etc. Así que cada una se puede decir que es única y personalizada.

Honeydolls es otra variedad curiosa, donde además de su realismo, en cuanto a su textura y parecido a la mujer de carne y hueso, en su interior contiene un software y un sistema de altavoces para reproducir situaciones dependiendo del contacto que se le practique. Por ejemplo puede gemir, sollozar, pronunciar algunas palabras. Está fabricada en Japón.

Sea una u otra muñeca, la verdad es que si se busca un parecido al ser humano en la ingeniería robótica, a la fuerza tendrán que consultar a estos artistas de la silicona y de la anatomía humana, porque el realismo se hace más que evidente. Otra cuestión a debatir es el uso que luego se le dé a estos fantásticos muñecos, pero hay que reconocer el arte que encierran y el esfuerzo tecnológico inmenso digno de admiración.

Toni Ferrando.

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