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Calendario, cuándo, cómo, quién

La preocupación por medir el tiempo es consustancial al hombre. Observamos en los distintos pueblos la preocupación por controlar el tiempo. En un principio por cuestiones mágicas y  supersticiosas, como el poder que ejercía la luna sobre los hombres, la germinación de las semillas o la siembra en luna nueva.

Dado que no podemos leer, lo que durante la prehistoria, los hombres dejaron en las paredes de sus refugios (diferentes símbolos como rayas, tramas, puntos, etc), sólo nos queda definir que los calendarios nacieron con la escritura.

Hacia el 3300 a.C (5310 años) se calcula los inicios de la escritura en Mesopotamia y el 3100 a.C en Egipto. Momento en que comenzamos a saber sobre la historia de hombres y culturas, incluidos sus calendarios.

Los primeros calendarios estaban basados en la observación de los ciclos del sol, de la luna y de las estaciones (en una economía agrícola necesarias para la plantación y recogida de la siembra).

La duración del día está clara. La luna y su observación (ciclo de 29,5 días), dio origen a los meses. El año, más complicado, quedó establecido por el paso de las estaciones, estas se repetían tras 12 ciclos lunares, dando un total de 354 días.

El repartir el día y la noche, en 12 horas cada uno, parece tener su origen en las creencias mágicas y supersticiosas babilónicas, donde el doce era la medida de todas las cosas. Los días de la semana, repartidos en siete días, tiene un componente mágico-religioso, «el séptimo día cesó Dios de toda la tares que había hecho y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó».

Fueron los sacerdotes, en Babilonia y en otras culturas, los encargados de crear los calendarios con fines mágicos-religiosos. Con el propósito de propiciar a los dioses, para que estos promovieran la fertilidad de los cultivos y del ganado, escribieron leyes divinas donde quedaban fijados los días dedicados a los sacrificios, días festivos. El incumplimiento, de estas leyes, acarrearia el castigo de los dioses.

La necesidad imperativa, de ubicar las fiestas en el día exacto, año tras año,  llevó al origen del calendario. Proceso que no fue fácil, sino lento y laborioso. El calendario lunar tiene un desfase solar de diez días por año, que año tras año se apreciaría, obligando a ajustar el calendario constantemente. A mediados del segundo milenio antes de Cristo, en Babilonia, se añadió un mes más (no se sabe cada cuantos años), el trece, para ajustar las festividades. Quedaba en manos de los sacerdotes el momento de añadir ese mes de más.

Con todo esto podemos deducir que fue el poder de los dioses, fuerzas externas al hombre, lo que ha determinado que la distribución del tiempo se haya plasmado en un calendario; el hombre no tenía poder para controlar el tiempo.

Después vinieron los sacerdotes, que disponían del tiempo necesario para observar los ciclos solares, al no estar a cargo de trabajos de siembra, recogida o cuidado de animales, fueron los primeros en ejercer un poder sobre la sociedad al poder señalar cuales eran exactamente los días festivos y los de trabajo.

muri, un beso.

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