He esperado unos días para cotejar la información y opiniones en todos los medios sobre la Ceremonia Inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Los olímpicos son sin duda un punto de referencia para cualquiera que se encuentre de viaje por Europa. En los medios más importantes nacionales, han coincidido en destacar esta ceremonia como “la más bonita de toda la historia de los Juegos” y curiosamente, resaltaban al repaso musical (donde se coló algún artista y tema americano como Loly Pop), haciendo olvidar el nefasto y chovinista teatrillo, en plan “obra de fin de curso”, que durante más de 20 minutos, habitantes de todo el planeta tuvimos que digerir.
Durante la primera media hora nadie sabía que se celebraba un evento deportivo, pues se hizo un repaso político y militar (a mi entender algo embutido para contentar a los socios escoceses, galeses y nordirlandeses), e incluso tuvimos un minuto de silencio por sus guerras, en una falta total de respeto a todas las autoridades y banderas que allí en el estadio se encontraban reunidas, y que probablemente se sintieron ofendidas. No hace falta dar nombres porque la lista de oponentes en el mundo contra los belicosos británicos sería muy cercana a la lista de naciones del mundo. Si el minuto hubiese sido en honor a las víctimas en el general de las guerras, habría estado fuera de lugar, pero a las víctimas de sus guerras, me parece hasta ofensivo. Menos mal que supieron invitar a Mr. Bean (Row Atkinson), un punto muy divertido y acertado para “tapar los fallos”.Luego se hizo un repaso a la contribución británica aportada al mundo: la Revolución Industrial, los cuenta cuentos (por cierto, una herencia de la tradición irlandesa, como su whisky), pasando por Peter Pan y El Señor de los Anillos, muy bonito dedicar parte del evento a los niños del mundo y a su Hospital GOSH. Pero la cosa se animó definitivamente con la época de exaltación del Pop, encarnados en el grupo The Beatles. A partir de aquí, empecé a recordar que la ceremonia estaba dedicada al deporte mundial, sobre todo cuando aparecieron los atletas conducidos a paso de tambor.
También es cierto que a partir de este punto me maravilló el conjunto de luces, música y tecnología en general, y en ese aspecto, comparto la opinión generalizada, llevando todo a una puntualidad “inglesa” y siendo el colofón, el encendido de un pebetero gigante, construido con un fragmento aportado por cada delegación de cada país, es decir 204, donde se vio por primera vez (algo que se debió ver desde el principio), el carácter Universal de un evento deportivo. En mi opinión, debieron estudiar una mejor manera para esa primera media hora, y separar de una vez por todas al deporte de lo político y militar.