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Crear vida en el desierto

Desde siempre se ha tenido la idea preconcebida de que el desierto es sinónimo de inerte o estéril, pero no es así. Por ejemplo en el desierto del Sahara, los yacimientos de fosfatos o la cantidad de nutrientes y semillas por cm2 es tan abundante, que si regáramos durante una semana parcelas bien cuidadas, sin duda crecería un vergel extraordinario. No es más que eso y nada menos: el agua. Los oasis son un ejemplo claro de que el agua es el secreto de la vida. Llevarla al lugar que se quiere revitalizar es lo más difícil. El método más utilizado es el de núcleos de aspersores que van regando zonas extensas. Los hay con brazos de casi 1 Km. de longitud. Con este método, la estructura más grande se encuentra en Sudáfrica, con 33 secciones que cubren más de 40 hectáreas de cultivos.

El país que más ha invertido en sistemas de regadío para que “florezca” su desierto, es sin duda Israel. Prácticamente incluye lo más moderno y variado en esta clase de tecnología: Sistemas de baja presión, que es el más caro, donde centenares de tubos de plástico se extienden a lo largo de grandes extensiones y su goteo constante va drenando la tierra. Otro sistema, el más antiguo es el de terrazas, donde se concentra el agua de lluvia en la zona alta y va bajando por una red de canales a cada terraza. Los dos métodos más sofisticados de conseguir agua para el regadío y consumo, son sin duda un dispositivo probado por los expertos israelíes para la captación del agua del rocío, el más moderno el del ingeniero del MIT,  Shreerang Chhatre. El otro es el que más cantidad proporciona: la desalinización del agua del mar, y la depuración de aguas residuales.

Zonas donde llueve muy poco y cuando lo hace es de forma torrencial, a agudizado la imaginación de los expertos y con la transformación del terreno para que se capte y retenga ese agua que tarda en llegar, tenemos tierras inertes, como en Kenia, transformados en bancales para plantar cereales y otro tipo de cultivos. Simplemente se forman rectángulos, como en la zona de Baringo, con alguna profundidad para que se retenga esa agua de lluvia.

Toni Ferrando.

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