Todos los objetos descubiertos reciben un nombre por parte de su descubridor, pero en muchas ocasiones, esos objetos u objetos celestes en este caso, no se conecen en la actualidad con el verdadero nombre con el que su descubridor los bautizó.
Allá por el siglo XVIII, nacía en Alemania un músico llamado William Herschel, el cual tuvo bastante éxito en dicho ámbito, siendo compositor, músico y profesor al mismo tiempo. Tocaba tanto el Oboe como el órgano, siendo este último el que le permititió tocar con la Orquesta de la Capilla Octogonal de Bath en Inglaterra.
Pero al parecer, Herschel tenía muchas inquietudes con la ciencia y ya pasando la treintena se llegó a interesar por la astronomía. Tal fue su interés, que se dirigió ha John Michell para que éste le introdujese en el arte de la construcción de telescopios. Michell fue un filósofo y geólogo inglés, que ya en 1783 alertó de la posibilidad de la existencia de Agujeros Negros.
Dejando a un lado a John Michell y centrándonos un poco en William Herschel, el ex-músico, muchas observaciones había realizado, pero la que realmente le llevó a la fama fue el descubrimiento del séptimo planeta del sistema solar. Herschel bautizó al nuevo planeta como Georgius Sidus o Estrella Jorge en honor al Rey Jorge II de Inglaterra, el cual lo nombró mimbro de la Royal Society.
Pero al parecer, algunos estaban en contra de dicho nombre y que se debía seguir utilizando nombres mitológicos para seguir la saga de los planetas ya descubiertos. Así que siguiendo el árbol genealógico, un par de siglos más tarde, el planeta se convirtió o se nombró, mejor dicho, en el actual Planeta Urano que todos conocemos a día de hoy.
Vía: Una breve historia de casi todo – Bill Bryson
Más información: Wikipedia | AstroCosmo