China ha logrado un hito sin precedentes en la lucha contra la desertificación: completar un cinturón verde de 3.046 kilómetros que rodea completamente el desierto de Taklamakan, conocido como el «Mar de la Muerte». Este esfuerzo titánico, iniciado hace más de 46 años como parte del Programa de los Tres Nortes (TSFP, por sus siglas en inglés), busca frenar la expansión del desierto y proteger tanto el medio ambiente como las comunidades locales.
Un desierto transformado
El Taklamakan, el desierto más grande de China y el segundo mayor desierto de dunas móviles del mundo, abarca 337.600 kilómetros cuadrados en la región autónoma de Xinjiang. Históricamente, sus tormentas de arena han afectado severamente a las comunidades cercanas y a las ciudades distantes, como Pekín, durante la primavera.
El cinturón forestal ahora conecta oasis dispersos alrededor del desierto, formando una barrera ecológica capaz de bloquear el avance de las arenas y estabilizar los suelos. Este logro culminó con la plantación de especies resistentes como Populus euphratica (álamo del desierto), sacsaoul y sauce rojo en un tramo crítico de 285 km al sur del Taklamakan, donde las condiciones de viento y arena eran más severas.
Logros del Programa de los Tres Nortes
El cinturón verde forma parte del ambicioso Programa de los Tres Nortes, conocido también como la «Gran Muralla Verde». Este programa, lanzado en 1978, es el proyecto de forestación más grande del mundo, y su finalización está prevista para 2050.
Desde su inicio, ha transformado radicalmente la cobertura forestal en áreas áridas y semiáridas de China:
Indicador | Antes de 1978 | 2023 |
---|---|---|
Cobertura forestal en China | 10 % | Más del 25 % |
Cobertura forestal en Xinjiang | 1 % | 5 % |
Área forestada total | – | 32 millones de hectáreas |
Áreas agrícolas protegidas | – | 30 millones de hectáreas |
El programa ha contribuido significativamente a controlar la desertificación y la erosión del suelo, además de mejorar las condiciones de vida para millones de personas.
Innovación para un desafío global
El cinturón forestal no solo sirve como barrera ecológica, sino que también impulsa el desarrollo económico. En paralelo, China ha fomentado industrias basadas en el desierto, como el cultivo de cistanche (una planta medicinal) y otros productos agrícolas, beneficiando a las comunidades locales.
El proyecto también incorpora tecnologías innovadoras, como riego eficiente y monitoreo satelital, para garantizar la sostenibilidad. Según Tuhti Rahman, director de la oficina regional de silvicultura de Xinjiang, la iniciativa no solo mejora la estabilidad agrícola y urbana, sino que también promueve el desarrollo económico y social de la región.
Un ejemplo frente a la crisis global de desertificación
La desertificación es un problema global cada vez más alarmante. Según la ONU, el 77 % de la superficie terrestre era más árida en 2020 que tres décadas atrás. En regiones como el sur de Europa, se teme que áreas semiáridas de países como España, Italia y Grecia puedan convertirse en desiertos antes de finales de siglo.
China, con su «Gran Muralla Verde», demuestra que es posible combatir este fenómeno con un enfoque coordinado e innovador. Sin embargo, el camino no ha estado exento de desafíos, como bajas tasas de supervivencia de árboles en ciertas áreas y críticas sobre su impacto limitado en la reducción de tormentas de arena.
Un futuro más verde
A pesar de las dificultades, China continuará expandiendo y reforzando este cinturón verde. El proyecto tiene como meta consolidar un «muro ecológico inquebrantable» para 2050, que abarcará más del 42 % del territorio nacional.
El esfuerzo de China inspira a otros países a tomar medidas audaces contra la desertificación, un problema que amenaza no solo a las zonas áridas, sino también a comunidades de todo el mundo. La clave, como lo demuestra este proyecto, radica en la acción conjunta, la tecnología y la voluntad de priorizar la sostenibilidad.
vía: DW, news china y twitter X.