A este respecto, Francisco Mangado , arquitecto español y profesor de la Universidad de Yale y de Navarra,entrevistado por Expansión, destacó que, las ciudades «están mal organizadas. En ocasiones, estos errores se deben a los arquitectos, que no aplican el sentido común. Existen otros casos, numerosos, en los que las urbes no se han planificado para mejorar la vida del ciudadano, sino desde la especulación y la política, lo que representa un grave problema». Actualmente el desarrollo urbanístico está bastante influenciado por la recaudación de dinero que la construcción de viviendas privadas supone a los ayuntamientos, especialmente en las grandes ciudades ya que mucha gente desea tener un piso en Madrid u otra gran ciudad, pero a la vez priva a los ciuadadanos de suficientes espacios verdes o facilidades que una buena planificación ofrecería. Más que tratar de construir «ciudades inteligentes, habría que hablar de buenas ciudades, ya que el término inteligencia se asocia mucho a los avances tecnológicos. Éstos significan un progreso indudable y son muy útiles, pero no hay que olvidar que las ciudades son una realidad física, humana, social y política».
«Las decisiones más importantes, las que cambiarán el destino y el futuro de las ciudades siempre serán políticas. Estas resoluciones tendrán que ver con el territorio, con la relación con el paisaje, con la proporción entre el espacio construido, las zonas verdes y los lugares públicos, con la variación de los flujos de circulación, con el apoyo a sistemas alternativos –como los transportes públicos o la bicicleta–, y con que las urbes sean más igualitarias, tanto física como económicamente».
Proyectos para diseñar la urbe del siglo XXII ya están siendo creados. Dos son los grandes objetivos: conseguir ciudades ecoeficientes en consumo de agua, electricidad y otros recursos, y dotar de inteligencia a todo lo que nos rodea (edificios, coches, objetos…).Quizás y sin quizás con una gran falta de privacidad precisamente por esa inteligencia que desean exista en todo.
El arquitecto ruso Victor Kirillow logró una mención de honor por su concepto Sky City, una megaestructura vertical que alberga en su interior cientos de pequeñas viviendas a las que se accede en vehículos voladores.
Uno de los dos proyectos ganadores, de los americanos Rychiee Espinosa y Seth McDowell, propone un modelo aún más arriesgado: crear espacios urbanos sobre el agua, utilizando ésta para generar energía limpia con la que propulsar el transporte público.
El proyecto de Masdar City es uno de los más ambiciosos en este sentido. Una metrópoli de 600 hectáreas en mitad del desierto, a menos de 20 kilómetros de Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos), que albergará a 50.000 habitantes, pero no tendrá ni un solo coche ni emitirá CO2. Toda la energía consumida será renovable, solar o eólica. «El transporte circulará mediante un sistema magnético. Será un referente que demuestre la viabilidad de estas ciudades», dice Guallart. El proyecto estará listo, aseguran, en 2016.
Lo veremos o no. Como dice mi admirado, Carlos Canales, el futuro es tan imprevisible que nunca podremos saber que es lo que puede suceder.
muri. un beso.