No conocen la estación cálida, el sol no luce durante los nueve largos meses de invierno y la fría y larga noche ártica, con una duración de tres meses, sólo se ilumina de vez en cuando por las auroras boreales.
El mar está cubierto de un gran banco de hielo durante las tres cuartas partes del año. Cuando se produce el deshielo parcial, en los meses que van de julio a septiembre, se puede navegar por los canales formados entre bloques de hielo, sorteando los icebergs desprendidos de los glaciares continentales. Pero el esquimal se ha mostrado lo bastante rico en recursos no sólo para vivir en las regiones más septentrionales de la Tierra, sino incluso para disfrutar de una vida hasta cierto punto confortable.
El trabajo de los hombres
En el corazón del invierno, en los tres meses de oscuridad total, el esquimal prácticamente no hacia mas que dormitar en su morada.
El resto del año lo dedicaban a la pesca de la ballena y la caza de osos, focas, morsas y en general la caza mayor que es trabajo de los hombres.
En invierno, los campamentos de los inuit se establecían en la parte helada del mar, donde daban caza a mamíferos marinos; en particular, la morsa. Cazaban morsas para la alimentación de los perros; aprovechaban sus pieles para cubrír los umiaks, y con el marfil de los colmillos hacían objetos de adorno.
Su método de caza era arponearlas desde los umiaks, y luego lancearlas hasta que morían. Otro, era disparar sobre las morsas que salían al hielo a tomar el sol, o atraerlas con un cebo cuando nadaban al filo del hielo; entonces las arponeaban, clavando en el hielo el extremo del cabo que iba unido al arpón. El arpón se convertía en una poderosa arma, de la que no se escapaba una morsa empleando todas sus fuerzas. La morsa se iba cansando, y entonces se tiraba de ella hasta que la pudiera arponear otro cazador que estaba a la espera.
1 – Caña y cabo de pescar enrollado hecho de piel
2 – Una tira de piel asegura firmemente la parte delantera de marfil a la vara de madera
3 – La punta de arpón de metal y la cabeza de marfil se soltaba del asta al arrojarlo; al debatirse el animal, la cabeza giraba y se hincaba en la herida
En verano, es decir los tres meses de día, se movían a tierra firme, a los pies de las cascadas o cerca de las costas a fin de abastecerse de los alimentos necesarios para pasar todo el año.
Un elemento imprescindible para esta época, inventado por los inuits, son las gafas de nieve. El resplandor de la nieve y el hielo puede producir ceguera temporal. Estas gafas, ennegrecidas por dentro, impedían el paso de la mayor parte de la luz solar, pero dejaban una hendidura horizontal de visión.
La focas, ocultas bajo los hielos, necesitan de vez en cuando sacarla cabeza para respirar. Agujerean las heladas costas de los mares por varios puntos y los inuits les esperaban en cualquiera de los agujeros horas, días, pasaban al lado de estas hendiduras sin permitirse ningún descanso, hasta que cazaban a la foca.
Empleaban para ello un largo bastón de hueso con el que iban tentando los contornos de los agujeros del hielo para cerciorarse de la solidez del terreno como para saber si eran debidas al roer de las focas. Luego hacían una boya con un palillo de marfil de 25 a 30 cm que colocaban en los bordes del repiradero.
Cuando conseguían cazar la foca empleaban unas clavijas de marfil, que metían en las heridas de las focas para impedir el desperdicio de su sangre que bebían caliente. Con el objeto de recoger esa misma sangre introducían un instrumento con forma de calzador con cuatro agujeros en la punta y un canal, que se iba ensanchando para recoger el vital elemento.
Iban a la caza del oso, al que cazaban empleando la astucia más que las armas.
En los meses de agosto y septiembre se dedicaban a la caza de las ballenas. Al otear una ballena desde la ribera, saltaban a sus kayaks, canoas rápidas y ligeras, manejadas fácilmente por una persona. Vencían y mataban a la presa a base de desangrarla y cansarla clavando los arpones cada vez que la veía salir a la superficie del agua.
Probablemente, antes de la época del descubrimiento por parte de los europeos, utilizaran lanzas en vez de arpónes. Para protegerse los ojos del fulgor del sol en el agua y del resplandor de los témpanos flotantes, los cazadores llevaban cascos de madera, a veces bellamente adornados.
El punto álgido de la caza del verano era septiembre, cuando grandes manadas de caribús se juntaban para emigrar al sur. Los inuit abandonaban sus campamentos de verano para ir detrás de las manadas, matando gran número de reses con el fin de obtener comida y pieles para las prendas de invierno.
Sus técnicas de caza favoritas eran arponear o disparar flechas a los caribús desde los kayaks cuando se bañaban en pequeños lagos, o provocando una estampida hacia una emboscada donde les disparaban flechas a corta distancia. Los únicos alimentos vegetales que consumen los inuits, se reducen a los contenidos en los estómagos de los caribúes muertos.
Continuará…
mury, un beso