El desierto del Sáhara, conocido por ser uno de los lugares más inhóspitos de la Tierra, ha revelado un papel sorprendente en la vida marina y el secuestro de carbono. Un estudio reciente ha descubierto que el polvo proveniente de este vasto desierto actúa como un fertilizante vital para los océanos, gracias a su contenido de hierro.
Un desierto con impacto global
El Sáhara, el desierto cálido más grande del mundo, abarca la mayor parte de África del Norte con una extensión comparable a la de China o Estados Unidos. A pesar de su aparente hostilidad para la vida, las investigaciones han revelado su importancia crucial para los ecosistemas marinos y el proceso de secuestro de carbono realizado por el fitoplancton.
El hierro: micronutriente esencial
El hierro presente en el polvo del Sáhara juega un papel fundamental en la biología marina. Este elemento es indispensable para procesos vitales como la respiración, la fotosíntesis y la síntesis de ADN. El doctor Jeremy Owens, profesor asociado de la Universidad Estatal de Florida y coautor del estudio publicado en Frontiers in Marine Science, afirma que el hierro transportado estimula los procesos biológicos en los océanos de manera similar a la fertilización en los continentes.
Un fenómeno de largo alcance
Anualmente, el Sáhara produce un promedio de 182 millones de toneladas de polvo. Lo más sorprendente es que las propiedades del hierro contenido en este polvo aumentan con la distancia recorrida. Según Owens, «cuanto mayor es [la distancia], más bioreactivo» se vuelve el hierro.
Composición y bioreactividad
Aunque el hierro representa solo entre el 1% y el 2% de la composición del polvo del Sáhara, su impacto es significativo. Los investigadores descubrieron que no todas las formas químicas del hierro son bioreactivas, es decir, disponibles para ser absorbidas por los organismos. El estudio se centró en medir las cantidades de hierro bioreactivo y total en varios puntos del océano Atlántico.
Metodología y hallazgos
Los científicos analizaron muestras a diferentes distancias del Corredor de Polvo del Sahara-Sahel, desde puntos cercanos a Mauritania hasta zonas próximas a Florida. El estudio abarcó profundidades de 60 a 200 metros, revelando depósitos de hierro que datan de hasta 120.000 años atrás.
Transformación durante el viaje
Una de las conclusiones más importantes del estudio es que la proporción de hierro biorreactivo cambia durante el transporte atmosférico. El doctor Timothy Lyons, de la Universidad de California en Riverside, explica que el hierro originalmente no bioreactivo se transforma durante su viaje, volviéndose más accesible para los organismos marinos.
Implicaciones para el clima global
La disponibilidad de hierro es generalmente limitada en los océanos actuales. Este descubrimiento sugiere que un aumento en el flujo de hierro podría incrementar la cantidad de fitoplancton, el cual es responsable de absorber el carbono de las aguas superficiales y liberar oxígeno. Este proceso tiene consecuencias significativas para el clima global y el secuestro de carbono.
El estudio destaca la interconexión sorprendente entre los ecosistemas terrestres y marinos, revelando cómo un desierto aparentemente estéril puede tener un impacto crucial en la vida oceánica y los procesos climáticos globales.