Hemos heredado de la física el proceso de comprobación de los efectos que se pueden producir en los objetos o personas, en las variables de velocidad, fuerza centrífuga, masa, aceleración, inercia, etc., y para ello se han ideado multitud de aparatos, llamados simuladores, que realizan las pruebas de una manera virtual antes de pasar a convertirse en un aparato de vuelo, tierra o mar.
Existen simuladores para casi todo, tanto en la escala cuántica, como en la física convencional, y en los campos más diversos para aplicarlos, como puede ser la medicina, la aviación, túneles de viento para pruebas aerodinámicas en cualquier elemento, también para laboratorios, informática, sonido, pruebas de resistencia para la Construcción, y un largo etc. Hasta la llegada de los programas informáticos y de realidad virtual, los simuladores eran muchas veces del tamaño de hangares (aún existen), complejos aparatos donde se desarrollaban las mismas fuerzas para comprobar si el material, aparato o incluso el ser humano, resistían ciertas condiciones extremas, o simplemente su resistencia. Imaginad por ejemplo una maleta de viaje, donde ciertas marcas empleaban un martillo mecánico, la aporreaban 5000 veces para comprobar su resistencia, pues eso es un simulador, simple, pero simulador al fin y al cabo.
Con la llegada de los programas de realidad virtual, ahora los simuladores son como si el objeto o persona que se desea comprobar, existieran de verdad, y los análisis del sofisticado simulador nos dan un resultado dependiendo de la información y no de, en el caso de la maleta, una espera de 5000 martillazos. Los simuladores más espectaculares son los de vuelo, donde se reproducen las mismas características de un vuelo real.
En el de los automóviles, el usuario conduce sin ningún desplazamiento, pero las pantallas en 3D le permiten comprobar las maniobras y velocidad como si en la realidad estuviese conduciendo un vehículo de 4 ruedas, su asiento, además se moverá con la inercia adecuada a sus reacciones, todo como si viajara por carretera realmente. Es como un juego, pero de ello depende la fiabilidad del producto o del conductor. Aunque, como podéis ver en las fotografías, también es un juego divertido.