Si tenemos una entrada de sonido, la podemos amplificar y trasladar a unos altavoces, oiremos dicho sonido más fuerte, pero distorsionado. Para mejorar cualquier sonido debemos procesarlo, transformarlo en una señal digital de audio para que sea un sonido limpio para su audición. Para ello, en estos últimos 100 años, se han inventado mesas de mezclas hasta llegar a las actuales, más similares a cabinas de naves espaciales que otra cosa.
En un principio, dichas mezclas analógicas debían tratar sonidos casi siempre conjuntados y se recogía en una sola pista, a principios del siglo XX. La primera mesa data de 1907, aunque no empiezan a tenerse en cuenta definitivamente hasta el año 22 en Nueva York. Por supuesto, eran los inicios y poco a poco, las mezclas fueron ampliando el número de pistas hasta llegar a las 8 de los años 60/70. Cada año se mejoraban las mesas y se han ganado el lugar más destacado en todo el mundo audiovisual e imprescindible en radio, televisión, cine, etc. La electrónica va muy unida al desarrollo de las mesas de mezclas y el formato digital dio un verdadero significado potencial, un abanico infinito al tratamiento de sonidos.
Una mesa se compone de una entrada de canales (micrófono y línea), los buses de enrutamiento, los controles de salida, grupos, monitoreado y medidores. Algunas mesas pueden incluir sistemas de tratamiento de señal, como los compresores limitadores o puertas de ruido. Pero los virtuales no tienen límite a canales de entrada. El usuario elige el número de entradas, su tratamiento y la salida. Por eso será difícil que las mesas sobrevivan a la era digital y virtual.
Toni Ferrando.