Un desierto en la cuenca mediterránea

Hubo un tiempo, en el que se podría haber ido caminando desde Málaga a Melilla o de Marsella a Trípoli, si no fuera porque según la línea cronológica, el hombre aun no existía hace seis millones de años en la Era Terciaria durante el Plioceno.

El Mediterráneo, una balsa de agua salada con 2966000Km² de extesión, centro del universo para los antiguos Fenicios y Griegos entre otros, se secó. Como deja constancia un tipo de formación sedimentaria, un mineral que se forma en condiciones de alta evaporación, descubierta por barcos de exploración submarina, había yeso en el lecho del mar,

Solo separan 14 km al Estrecho de Gribraltar de Africa. Hace seis millones de años el empuje del continente africano contra Europa causó un levantamiento de tierra, un dique, que impediría al agua del Atlántico rellenar el Mare Nostrum. A pesar del  aporte de los ríos, el fuerte calor evaporó la cuenca mediterránea en tal sólo 1000 años. Pasó a ser una cuenca de sal y lagos cáusticos.

El empuje de África no se detuvo e igual que creó el dique, la propia  fuerza, fracturó el puente de tierra que retenía al Atlántico e impedía el paso precipitándose con fuerza por el borde del precipicio originando  una inundación descomunal. La cuenca mediterránea, entonces un enorme desierto a 1.500 metros de profundidad, comenzó a ser llenado. En su punto álgido, unas cataratas enormes, 1000 veces superiores a las del Niagara, tronaban en la cuenca. Hasta 10 metros diarios iba subiendo el nivel del agua que, a borbotones, se desbordaba por Gibraltar todos los días. El Mediterráneo  tardó en llenarse de 10 a 10.000 años.

Hace unos años los ingenieros del túnel que debía unir Europa y África estudiaron el subsuelo del Estrecho de Gibraltar. Se encontraron con un surco de varios cientos de metros de profundidad, rellenado por sedimentos poco consolidados. Los geólogos y geofísicos en los años 90 pensaron que esta enorme erosión había sido producida por algún río de gran caudal durante la desecación del Mediterráneo.

Uno de los responsables de la investigación del CSIC, Daniel García-Castellanos, del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera, en Barcelona en una entrevista para Libertad Digital, detalla: la inundación que puso fin a la desecación del Mediterráneo fue «extremadamente corta». «Más que parecerse a una enorme cascada debió consistir en un descenso más o menos gradual desde el Atlántico hasta el centro del Mar de Alborán, una especie de megarrápido por donde el agua circuló a cientos de kilómetros por hora. Como consecuencia, el canal erosivo que atraviesa el estrecho tiene unos 500 metros de profundidad y hasta ocho kilómetros de anchura, y se extiende a lo largo de unos 200 kilómetros entre el Golfo de Cádiz y el Mar de Alborán», añadió.

«Esperamos que el artículo contribuya, en cierta medida, a planificar las obras del túnel para unir Europa y África. El trabajo se basa en buena parte en los estudios preliminares de ese proyecto, muy condicionado por la presencia de ese canal erosivo que nosotros relacionamos con la inundación. Sería cerrar un bello círculo que nuestra investigación acabara contribuyendo a la construcción del túnel con nuevo conocimiento», apunta García-Castellanos

muri, un beso

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