Aunque la ciencia ha logrado resolver con el paso del tiempo una enorme cantidad de deudas históricas, hay algunas que aún siguen pendientes, y qué mejor que aprovechar la Semana Santa para analizarlas. En concreto, en este caso queremos hablar de lo que sucede con el famoso caso del sudario de Turín, uno de esos misterios que ni siquiera los científicos más importantes del mundo han logrado dilucidar.
En este sentido, hablamos desde luego de una de las reliquias mayormente atesoradas por la Iglesia Católica, como se conoce al “Sudario de Turín o Sábana Santa”. Se trata de un sudario hecho de lino, que en apariencia no es demasiado diferente a cualquier otro, y que tiene unas dimensiones de 4.20 metros de largo por 1.10 metros de ancho.
Ahora bien, ha llamado la atención históricamente porque según la tradición, en el mismo se puede ver la impresión frontal y dorsal del cuerpo de Jesús después de su muerte, y para muchos estudiosos de las Sagradas Escrituras, es la prueba más fiel que tenemos de la existencia ya no sólo del hijo terrenal de Dios, sino también de los milagros que este llevaba a cabo.
Fuera de eso, y para dar respuesta a muchas de las preguntas que los especialistas se hacen acerca del Sudario de Turín, muchos consideran que efectivamente éste es nombrado en la Biblia. Se adjudica su aparición, concretamente, al Libro de Mateo, versículo 27 capítulos 57 a 59, en el que se expone que “lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su sepulcro”, haciendo referencia a que el cuerpo ya sin vida de Jesús fue entregado por Poncio Pilato a José de Arimatea.
Desde entonces, el Sudario de Turín ha sido temática de una enorme cantidad de investigaciones en todo el planeta, entre las que podemos mencionar especialmente la desarrollada por la gente de National Geographic, en base al libro “El reto del Manto: Historia, Ciencia y la Sábana Santa de Turín”, de Mark Oxley.