Primeros higienista, pioneros en higiene y en higienismo

 

ciudad industrial

Todas las grandes ciudades en las que se instalaron las primeras industrias, a las que llegaban, en batallón, la población  rural, no estaban acondicionadas para tal cantidad de gente lo que se tradujo en graves problemas motivados por la escasez de vivienda digna, las pésimas condiciones laborables, trabajando de sol a sol adultos y niños y los escasos sueldos.

Estas circunstancias trajeron consigo el hacinamiento, la alimentación deficiente, la insalubridad y con todo ello la proliferación de enfermedades contagiosas que produjeron una alta tasa de mortalidad.

niños pobres

El trabajo de los médicos

Fueron los médicos, que luchaban a diario contra la enfermedad, los que estaban en contacto directo con los obreros de estos barrios donde se producía el hacinamiento, la desnutrición y unas pésimas condiciones de higiene, los primeros en estudiar la mortalidad, comprobando que a la enfermedad había que sumar las condiciones sanitarias e higiénicas que multiplicaban los fallecimientos y así mismo los primeros en denunciar semejantes condiciones de vida.

Por entonces con la única explicación que contaban era con la de los miasmas, emanaciones fétidas del suelo, de las aguas sucias y de la sangre de los enfermos que se trasmitían por el aire causando las enfermedades, ni que decir tiene, que donde se producían sus mayores efectos era en los barrios malolientes de la gente pobre.

Primeros higienistas

En Europa, desde la publicación en 1790 de la obra del médico vienés J.P. Frank, titulada «La miseria del pueblo, madre de enfermedades», médicos como Turner Thackrah, Arnold, Chadwick, Villermé o Virchow contribuyeron con sus estudios a refundar la higiene.

Siendo, gracias a ello, que proliferaron las denuncias y las soluciones basadas en la higiene dando como resultado la creación un cuerpo doctrinario propio, que la situó en primera línea de la lucha por la erradicación de enfermedades como la fiebre amarilla o el cólera-morbo. Afecciones más frecuentes en el medio urbano afectando a la mayor parte de la población, especialmente a las clases más bajas, trabajadores, obreros y sus familias, cuyas insalubres condiciones de vida y de trabajo se convertían en focos de enfermedad permanentes.

Los primeros testimonios escritos  sobre higienismo en nuestro país, datan de mediados del siglo XVIII.

En concreto, de la última mitad del siglo XVIII,tres médicos españoles: Francisco López de Arévalo, Jose Masdevall y Ambrosio María Ximénez de Lorite se ocupan de la problemática del proletariado industrial.

En nuestro país, el desarrollo  del higienismo con una base científica aparecerá entre  finales de la Ilustración y los inicios del movimiento romántico en el XIX. (La Ilustración, al igual que hiciera con la razón o la observación empírica de la naturaleza, fijó el progreso como principal motivación con la que conseguir la ansiada felicidad del hombre.)

La higiene se introdujo en todos las áreas de actuación que estuvieran relacionadas con la sociedad y las enfermedades, de esta manera fue configurándose una disciplina médico-social,  que los médicos, con sus nuevos conocimientos sobre la higiene, trataban de poner en práctica.

En palabras del gran higienista Rodríguez Méndez, «la higiene en su sentido más lato comprende el universo entero, en tanto que diversas partes de éste son capaces, directa o indirectamente, de obrar sobre los seres vivos. Cuanto influya en los organismos, otro tanto es objeto de su estudio; de aquí resulta la multiplicidad de materias que comprende y lo fecundas y abundantes que han de ser las fuentes de sus conocimientos «.

 

Al comparar las condiciones de vida, laborales entre ellos y nosotros quedaba patente las deficiencias existentes en la situación española; pésimos servicios de suministro de agua y alcantarillado urbanos,  ausencia de servicios organizados de estadística sanitaria, una más que elevada mortalidad general y la amplia presencia de enfermedades infecto-contagiosas.


El movimiento higienista español participó, desde sus inicios, de los avances en materia de higiene científica habidos en Europa. El exilio vivido por los liberales,con la vuelta al trono de Fernando VII en 1824, explica una de las causas que propiciaron estos contactos, sin obviar a los grandes médicos que, desde el absolutismo, contribuyeron igualmente a que fuera un hecho la atención por la higiene en la primera mitad del siglo XIX, y sin olvidar a aquellos que, ya desde la Ilustración, se hicieron eco de los avances científicos en materia de higiene en Europa a finales del siglo XVIII.

cartel promocionando la higiene

Mateo Seoane, Pedro Felipe Monlau y Francisco Méndez Álvaro conformaron desde sus respectivas aportaciones, el primer proyecto en cuanto al establecimiento de preceptos en materia de higiene en nuestro país. Seguramente sin sus conocimientos y su enorme labor científica y divulgativa los logros higiénicos se hubieran retardado considerablemente.

Leyes sobre la higiene

Las ideas sobre higiene fueron lentamente introduciéndose en la sociedad conformándose en un conjunto de leyes, de tal manera que fue gracias a estas que se pusieron en marcha algunos de los postulados de los higienistas, en especial aquellos cuya necesidad hacía inaplazable su realización.

Por ejemplo, bajo el epígrafe de higiene pública Monlau incluye «todas las leyes y todas las providencias que directa o indirectamente se encaminan a mantener la salud de los gobernados, a cubrir sus necesidades, a remediar las dolencias sociales. En este concepto, no hay medidas, ni disposición, gubernativa o administrativa, que no entre en el cuadro de la Higiene pública «.

De forma genérica, se empleó el término “regeneracionismo” para referirse al intento de modificar todas las áreas de la vida social, con la intervención del Estado, con el fin de aproximarlas a las ya existentes en otros pises de Europa llamados civilizados (vamos que no estábamos civilizados).

Vemos como entre los años 1700 y 1862 se llegaron a cabo un total de 1.944 disposiciones legales referidas a alguna materia concerniente con la higiene. Lo que demuestra la importancia que tuvieron los postulados higiénicos en el ordenamiento jurídico y legal de la época.

Debe tenerse en cuenta que la puesta en practica de leyes sobre las condiciones higiénicas entraban en conflicto, no tan sólo con los intereses públicos o privados, ya fueran de caracter comercial (mataderos, mercados, comercios en general), industrial (manufacturas, pequeños talleres, fábricas), eclesiástica (cementerios), militar (ejército, armada), intelectual (protomedicato, docencia en medicina y farmacia) o civil (propiedad privada y pública), entre muchos otros, sino que además incluían  una serie de mejoras de tipo técnico (abastecimiento de aguas, alcantarillado, conformación de nuevo suelo urbano) con una premura que no siempre la tesorería pública, ni el capital privado tenían la posibilidad de llevar a cabo.


Conclusiones

Todas estas medidas, primero de conciencia de la necesidad, luego de su puesta en práctica por los médicos para terminar formando parte de un cuerpo legislativo llevaron hacia una toma de conciencia frente a la necesidad de un cambio social que debería de abarcar, tanto la enfermedad, traducido en una mejora de la calidad de vida, como la consecución de derechos aplicados a las clases más desfavorecidas y marginadas.

Este fue el mecanismo mediante el cual se concretó el paradigma higienista que incluye la forma de actuación destinada a prevenir y a remediar los males que afectaban al conjunto de la sociedad española.

Hipócrates, siglos antes de Jesucristo, ya sentó la base del Higienismo al proclamar «que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento». Pitágoras, Leonardo da Vinci o Mahatma Gandhi han sido, entre otros muchos, famosos higienistas.

Fuente:  histomedicina/VolII

mury, un beso

Scroll al inicio