Hace ahora tres años, en el 2009, se concede al Tribunal de las Aguas de Valencia el título de Patrimonio de la Humanidad, concedido por la UNESCO a un grupo de alguaciles y jurados que se sientan a las puertas de la Catedral de Valencia, y efectúan una especie de ritual en valenciano. ¿Qué tiene de particular esta reunión a la intemperie? No hay palacio ostentoso, ni restos arqueológicos que proteger. Exacto, cada jueves por la mañana, ese grupo de personas limitado se reúne bajo el Pórtico e imparte justicia, al menos desde el siglo X (seguramente desde mucho antes), y eso es lo que la UNESCO quiere preservar, a la institución del tribunal en funcionamiento más antiguo de Europa y posiblemente del mundo.
El Tribunal de les Aigües se ha mantenido inmutable dentro de la historia del Reino de Valencia, soportando todos los cambios políticos y sociales que a lo largo de los siglos han ido variando las leyes, privilegios y costumbres. Por ejemplo, cuando se perdieron los Fueros tras la victoria borbónica de 1707, es la única institución que no se suprime. Hoy en día nos resulta difícil encontrarle sentido a su importancia, pero si pensamos que hasta hace 100 años (o incluso menos) la agricultura era la base fundamental de la economía y supervivencia de los pueblos, y el agua es algo vital, encontramos en este tribunal la importancia más que sobrada, y de su labor dependían las familias para el justo reparto de las aguas para sus cosechas.
El lugar de elección para desarrollar el tribunal parece obvio por su emplazamiento en pleno centro de la ciudad de Valencia, pero que sea bajo las puertas góticas de Los Apóstoles, en la Catedral, se debe quizás a que siempre fue ese el lugar, habiendo antes una mezquita u otro edificio, como ejemplo de que las generaciones perviven más que las obras, aunque casi siempre sea a la inversa. El Tribunal está formado por los Sindics (Síndicos), que representan a las acequias mayores de la huerta valenciana (el nombre del estadio Mestalla, se debe a la acequia mayor de todas, la que más corta/transporta –mes talla-). Para ser síndico es necesario ser labrador, propietario de la tierra que cultiva y vivir de ese trabajo, además de ser honrado y de buena reputación. El juicio siempre es oral y en lengua valenciana. Visten blusón negro, típico de los labradores valencianos, disponiendo de unos vestuarios muy cerca, en un bello edificio justo al lado de la Catedral. En toda la Comunidad Valenciana el “parle vosté, calle vosté” (hable usted, calle usted) son más que palabras, evocan un Derecho y una justicia heredada de tiempos de los romanos o quizás anterior, visualizada y escuchada en esta sencilla puesta en escena milenaria, perdurable mientras se pretenda vivir en paz y en orden. Las sentencias de este tribunal revisten una total validez y son acatadas como en cualquier tribunal de justicia de hoy en día.