Si oimos el nombre de Chicote nos sonará a algo, al menos a una calle de Madrid, en la antigua travesía de la Balletas, una calle dedicada a Enrique Chicote que dirigían la compañía del Teatro Cómico de Madrid gozaba de una bien merecida fama y sus admiradores se contaban pormillares en el Madrid de comienzos del siglo XX.
Otro Chicote, también en Madrid, trabajó para otros madrileños. Madrileños que vivían inmersos en la misería y en la enfermedad. César Chicote y del Riego, licenciado en Ciencias Naturales y doctor en Farmacia, Socio Fundador de la Española de Higiene, corresponsal de la Real Academia de Medicina.
A comienzos del siglo XX Madrid presenta dos caras de una moneda.
- En una de sus caras, un Madrid lleno de vida, diversiones, cultura. Con sus tertulias de café repletas de intelectuales. Gentes que abarrotan los teatros, las fiestas taurinas.
- Y en la otra cara, un Madrid mísero, sórdido, plagado de enfermedades, con arrabales extremos e inhóspitos habitados por gente de gorra y alpargatas, de jornales míseros.
Y mientras en la primera Enrique Chicote disfrutaba de los placeres de la vida de Madrid, su hermano Cesar se enfrentaba con lo más sórdido y deprimente de la misma.
Estos madrileños vivían en casas de planta baja, donde se hacinaban familias numerosas y a veces otros familiares o extraños, y en la calle, frente a la entrada de las viviendas, un solo retrete para todos ellos.
La mortalidad para estos barrios de Madrid era muy elevada:
- El 47 por 1000 en barrios como el de Peñuelas y Cabestreros, pertenecientes al distrito de Inclusa.
- En las casas de vecindad o las llamadas corralas iba del 30 al 50 por 1000.
- Pero donde se producía la máxima mortalidad era en las calles de Embajadores y Mesón de Paredes. Quizá era así por encontrarse cercana la Inclusa. Lo mismo que en Doctor Fourquet, donde se encontraba el Hospital Provincial.
Cesar Chicote, no se amedrentó y fue su actuación una de las más exitosas, en cuanto a la instauración del higienismo en Madrid. Para ello en 1903 se inaugura el nuevo Laboratorio Municipal de la calle Bailén.
La revista Blanco y Negro lo explica así:
«Otro hecho muy importante de la semana y muy propio para que los extranjeros se lleven excelente idea de nuestra cultura, ha sido la inauguración del nuevo Laboratorio Municipal de Madrid, establecimiento que, en verdad, puede ser estimado como un modelo en su clase, y que revela algo que ya conocíamoslos madrileños: la escrupulosidad científica y el gran talento del doctor Chicote, jefe, organizador y alma del Laboratorio. Teniendo Madrid tan avisado centinela de su salud, suponemos que se acabarán las adulteracionesde comestibles, y serán castigadas todas las faltas que contra la higiene se cometan».
Ignorantes y ciegos resultan los comentarios, de uno de los conferenciantes extranjeros que acudió a un Congreso Internacional de Medicina, al que llevaron de visita por El Parque del retiro, zona de ocio de la gente guapa de Madrid.
«Los compañeros médicos de Madrid exageran bastante cuando hablan de las malas condiciones higiénicas de la capital. Vea usted cuántos niños hermosos, sanos, robustos y alegres jugando al aire libre»
El doctor Chicote, en 1905, publicó un trabajo extraordinario sobre «Salubridad de las viviendas de Madrid», en el que nos presenta entre cifra y cifra, un espectáculo de miseria y sordidez.
Según sus propias palabras: «la casa insalubre degrada y mata».
En Madrid abundan los vertederos de basura, los muladares y, alrededor de ellos, chozas construidas con barro y latas, habitadas por familias numerosas viviendo en un caldo de cultivo donde crecen los gérmenes de las más temidas enfermedades. Era tal la miseria, que la gente se veía obligada a vivir en los sitios más extraños. Como, por ejemplo,el llamado Hotel de la Tinaja, que Chicote describe como una edificación destinada a horno de una fábrica de loza, abandonada, con aspecto exterior de gigantesca tinaja, que sirvió de albergue a varias familias. Estaba situada en la falda de la montaña del Príncipe Pío.
En 1909 hubo una epidemia de tifus exantemático, al extenderse las epidemias se corría la voz de que la culpa era del agua de las fuentes, el análisis de esas aguas, fue entonces, misión primordial para los colaboradores de Chicote.
En 1911, con motivo del recrudecimiento en la endémica fiebre tifoidea, Chicote se ocupó de la preparación de la vacuna antitífica.
Un año después presentó la Vacuna Colérica Polivalente en la Real Academia de Medicina de Madrid, y en 1913 recibe la Medalla de la Beneficencia.
La paradoja es que Enrique Chicote, que se dedicó divertir a la gente guapa de Madrid con sus espectáculos, tiene una calle en Madrid, mientras que su hermanos Cesar que se dedicó a mejorar las condiciones de vida e higiene de todos los madrileños, solo es recordado por unos pocos médicos y farmacéuticos que mantienen su recuerdo y su valor.
Fuente: portalfarma
Mury, un beso