Energía y prosperidad: por qué no hay países ricos con bajo consumo energético

Los datos lo dejan claro: no existe tal cosa como un país rico de bajo consumo energético. Si queremos un futuro de abundancia, necesitamos más energía, no menos.

Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, las personas apenas disponían de 100 vatios de energía continua: lo justo para mantener su metabolismo. Con el fuego, los animales de carga y la revolución agrícola, esa cifra aumentó. Pero fue con la revolución industrial cuando dimos un salto real. Hoy, un estadounidense promedio tiene a su disposición unos 10.000 vatios, lo que representa un incremento de 100 veces respecto a sus ancestros.

Podría parecer desmesurado, pero en realidad es la base sobre la que se construye la economía moderna. La energía útil disponible por persona es el cimiento del PIB per cápita, y los gráficos que has compartido lo ilustran de forma contundente.


1. Más energía, más riqueza: los datos lo confirman

El gráfico de Our World in Data (2023) sobre consumo energético vs. PIB per cápita muestra una correlación clara: cuanto más consume un país en energía per cápita, mayor es su ingreso per cápita.

  • Países como Qatar o Estados Unidos no solo tienen un consumo muy alto de energía (más de 100.000 kWh per cápita), sino también los PIB más elevados.
  • En el extremo opuesto, países con menos de 1.000 kWh anuales por persona —como Burundi o Somalia— están atrapados en la pobreza.

Como resume otro de los gráficos:

“No hay países ricos con bajo consumo energético”.


2. ¿Y qué hay de la eficiencia?

Algunos sostienen que el futuro está en consumir menos y ser más eficientes. Eficiencia sí importa, pero como multiplicador de la energía disponible, no como sustituto. De hecho, aunque Irlanda produce 6,3 veces más PIB por kWh que Qatar, no se debe exclusivamente a eficiencia tecnológica:

  • Irlanda tiene un modelo de economía digital y actúa como paraíso fiscal.
  • Qatar exporta productos intensivos en energía como gas natural y petroquímicos (que acaban en países como Irlanda).
  • Ambos consumen bastante más energía que la media mundial.

Conclusión: la eficiencia es necesaria, pero no sustituye a un suministro abundante de energía.


3. El futuro es solar… y exponencial

Uno de los gráficos más visionarios que aportas muestra el escenario hipotético de un mundo que aprovecha solo el 1 % de la energía solar que llega a la Tierra. El resultado: un salto de varios órdenes de magnitud en el PIB per cápita global y el consumo energético per persona.

Ese tipo de transformación marcaría el paso hacia una civilización tipo I en la Escala de Kardashov, capaz de aprovechar toda la energía disponible en su planeta. Si algún día llegamos a usar energía solar espacial (Kardashov II) o controlar la energía de una galaxia (Kardashov III), estaríamos hablando de incrementos de mil millones de veces respecto a lo que tenemos hoy.

Y aún así, no parece imposible. Ya hoy en día, 1 panel solar por persona puede acabar con la pobreza energética, y 10 paneles por persona podrían equiparar el consumo mundial al de Estados Unidos.


4. El nuevo paradigma: energía como base del desarrollo

En resumen:

  • Energía no es un lujo, es infraestructura invisible.
  • No hay riqueza sin electricidad, y no hay industria sin energía.
  • No podemos lograr un mundo de abundancia restringiendo el suministro: tenemos que multiplicarlo y hacerlo limpio y accesible.

“El PIB no es fijo. El PIB es la multiplicación entre energía y eficiencia. Para ser más ricos, necesitamos más vatios y mejor uso de ellos.”


Reflexión final:
Nuestros antepasados jamás imaginaron vivir con 10.000 vatios a su disposición. Para nosotros, pensar en tener 1 millón de vatios por persona puede parecer ciencia ficción. Pero si miramos las gráficas y entendemos la física y la historia, el futuro está escrito en fotones, no en restricciones.

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