¿Por qué bostezamos? Una mirada científica a un gesto universal

El bostezo es uno de los actos más comunes, contagiosos y enigmáticos del comportamiento humano y animal. Aunque todos lo hacemos, la ciencia aún desentraña sus múltiples causas y funciones.

Abrir la boca, inhalar profundamente, estirar la mandíbula y exhalar lentamente. Bostezar es un acto tan automático como fascinante. Lo hacemos al despertarnos, al aburrirnos, cuando estamos cansados… o simplemente cuando vemos a alguien más hacerlo. Pero ¿qué propósito tiene este gesto tan característico? ¿Es solo una señal de sueño o esconde funciones más complejas?

A lo largo de la historia, el bostezo ha sido interpretado como una señal de aburrimiento, una necesidad fisiológica o incluso un acto social. Sin embargo, la ciencia moderna sugiere que es un fenómeno multifactorial, con raíces tanto biológicas como sociales.


¿Qué ocurre cuando bostezamos?

Fisiológicamente, un bostezo implica una inhalación profunda de aire, un ligero estiramiento de la musculatura facial y una breve elevación del ritmo cardíaco. Aunque pueda parecer un simple reflejo, este conjunto de acciones afecta al sistema nervioso autónomo, ayudando a reajustar ciertos parámetros corporales.

Durante un bostezo, la temperatura del cerebro puede disminuir ligeramente, debido al ingreso de aire fresco y al aumento del flujo sanguíneo y de líquido cefalorraquídeo, lo cual podría tener un efecto regulador sobre la actividad cerebral. Esta teoría, conocida como la hipótesis del enfriamiento cerebral, ha ganado popularidad en las últimas décadas.


¿Por qué bostezamos?

Existen diversas hipótesis científicas que intentan explicar por qué ocurre este fenómeno:

1. Regulación térmica del cerebro

Investigaciones recientes sugieren que el bostezo ayuda a mantener el cerebro a una temperatura óptima, especialmente cuando estamos cansados o menos activos, momentos en los que la temperatura cerebral tiende a subir. El aire que entra por la boca ayudaría a enfriar estructuras internas, mejorando el rendimiento cognitivo.

2. Estimulación y alerta

El bostezo podría tener una función de activación del cerebro, ayudando a mantenernos despiertos o más alerta. Por eso es común en situaciones de aburrimiento o monotonía, donde la atención decae.

3. Oxigenación

Durante mucho tiempo se pensó que bostezar servía para aumentar los niveles de oxígeno y eliminar dióxido de carbono. Sin embargo, esta teoría ha perdido fuerza, ya que estudios recientes no encuentran relación directa entre los niveles de oxígeno y la frecuencia de los bostezos.

4. Comunicación y contagio social

Uno de los aspectos más curiosos del bostezo es su carácter contagioso. Ver a otra persona bostezar, leer sobre bostezos (como ahora mismo) o incluso pensar en ellos puede inducir el acto en uno mismo. Esto ocurre con más probabilidad si se trata de alguien cercano, como un familiar o amigo, lo que sugiere una base empática.

Esta “contagiosidad” ha sido observada también en animales sociales como los chimpancés, los lobos o los perros, y podría tener una función de sincronización grupal, alineando estados de alerta o reposo dentro de un colectivo.


¿Y los animales? ¿También bostezan?

Sí, y no solo los mamíferos. Bostezos se han documentado en aves, reptiles e incluso peces. En algunos casos, parecen tener funciones similares a las humanas (como la regulación térmica), mientras que en otros podrían estar relacionados con rituales de dominancia o comunicación visual. Por ejemplo, en ciertas especies de primates, los bostezos exagerados pueden funcionar como señales de amenaza o jerarquía.


¿Cuándo puede un bostezo indicar algo más?

En la mayoría de los casos, el bostezo es completamente normal. Sin embargo, bostezar en exceso —decenas de veces por hora— puede estar vinculado a ciertas condiciones médicas, como:

  • Trastornos del sueño (insomnio, apnea)
  • Fatiga crónica
  • Esclerosis múltiple o migrañas
  • Lesiones en el tronco cerebral o disfunción vagal

En estos contextos, el bostezo puede ser un síntoma neurológico más que una simple expresión de cansancio.


Curiosidades sobre los bostezos

  • Los fetos humanos empiezan a bostezar en el útero a partir de la semana 11 o 12 de gestación.
  • Las personas con alto nivel de empatía son más propensas a contagiarse de un bostezo.
  • Algunas especies, como los perros, pueden “contagiarse” del bostezo humano, lo que refuerza la idea de su capacidad de empatía hacia nosotros.

En resumen

El bostezo es mucho más que una señal de sueño. Es un fenómeno complejo, con raíces en la neurofisiología, la termorregulación y la interacción social. Aunque todavía quedan preguntas abiertas, lo que está claro es que no es un acto inútil ni trivial, sino una herramienta adaptativa con múltiples funciones en humanos y animales.

Así que la próxima vez que bosteces —quizá después de leer este artículo— recuerda: tu cuerpo no se está rindiendo al aburrimiento, está cuidando de tu cerebro.

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