La isla de San Borondón

Es San Borondón una isla que llevan los isleños de las Canarias visualizando desde que se tiene memoria, no solo es que se viera, es que se sigue viendo en diferentes puntos del horizonte. A si que como no pensar que existe aquello que hemos visto con nuestros propios ojos.

Desde los griegos, el hombre intentaba mostrar científicamente como era o al menos como creían que era nuestro mundo conocido e incluso el aun no visitado, como demuestra el famoso mapa de Piri reis.

Los mapas mostraban tierras ignotas, seres extraños, animales imposibles incluso la representación del Paraíso Terrenal, con su Adán, su Eva y su localización geográfica exacta. En este entorno no es de extrañar que existiera una isla perseguida por siglos, intentando ocuparla y mostrándose tan esquiva como siempre.

Cuando  la ciudad de Jerusalem ya había dejado de dibujarse en el centro del mundo, cuando el Paraíso no se representaba en los mapas, cuando el Preste Juan, los Reyes Magos y los extraños habitantes de las tierras lejanas dieron paso a los países, las ciudades, los montes y los ríos reales, aún seguían encontrándose en los mapas de pergamino y en los pliegos de papel las supuestas islas inexploradas en espera de que algún viajero las localizara reclamándola para su rey.

De entre todas estas islas, de las cuales algunas no lo eran, pues faltaba la exploración continental, había una dentro del mundo conocido, una isla única en el planeta, en la que los cartógrafos no se ponían de acuerdo en su localización. ¿Se trataba acaso de de una isla móvil?.


Una isla a la  que las autoridades desde hacía siglos se empeñaron una y otra vez en conquistar, no lográndolo jamás porque nunca estaban allí a donde acudían, llegando a recopilar numerosos nombres referidos a su carácter fugaz y esquivo como Aprositos, la Encubierta, la Inaccesible o  la Non Trubada entre otros.

Existe una historia fechada en el siglo VI protagonizada por un monje irlandes, san Brandan de Clonfert, este joven monje inspirado por la nueva religión cristiana, que iba proliferando en todo el mundo conocido, gracias a la evangelización, tomo el testigo y se echó a la mar en compañía de algunos monjes más de su orden para llevar la palabra de dios a lugares ignotos.

Cuenta la leyenda  que  cerca de la fecha de la Pascua decidieron arribar a tierra sobre una pequeña ínsula que divisaron en el horizonte. Anclaron y prepararon el campamento, cuando al día siguiente estaban ya preparados para iniciar con la comida la isla comenzó a deslizarse sobre el agua.

Los monjes habían desembarcado sobre el lomo de un gran pez sobre el cual los depósitos de tierra habían dado lugar al nacimiento no solo de plantas, sino de auténticos árboles.

Más tarde, Dios le revelaría a san Brandan que se trataba de Jasconius, el primer pez que pobló los mares.

Esta será la leyenda en la que se basa el nombre por el que se conoce a la isla de San Borondón, no es ni más ni menos que la famosa isla de san Brandan que con el paso del tiempo ha modificado su nombre, y esta es la razón por la que aparece y desaparece y nunca se la encuentra en el mismo lugar.

Es un hecho indiscutible que la apariencia de una isla se presenta frente a nuestras costas con cierta regularidad y en lugares diferentes, y sea cual sea la explicación, óptica y meteorológica sin duda, de este curioso fenómeno, lo cierto es que para nuestra razón no es fácil aceptar como inexistente algo que vemos con nuestros propios ojos. Por más que sepamos que no se trata de tierra firme, no podemos negar que es la isla de San Borondón.

Pero el misterio no acaba aquí, pues tenemos historias donde se narran la llegada a la isla, donde se ha cazado y comido de los frutos de sus plantas, pero eso será otros día.

mury, un beso.

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