Una de las realidades de este blog y una de sus razones de ser es que en Mentes Curiosas nos interesa todo. Nos llaman la atención las cosas más singulares, y descubrir las razones de su existencia o interesarnos por cosas que por sencillas que parezcan en realidad son un mundo, es algo que nos fascina.
Este es el caso de la edición y uso de las microformas. Aunque haya quedado ya un tanto atrás en el tiempo, la técnica de filmación de textos y la microficha se siguen utilizando como soporte para almacenar información de una manera duradera, pero sobre todo, para ahorrar espacio en instituciones dedicadas a distribuir información, tales como bibliotecas. Ya sea para lograr este ahorro del espacio o bien porque sea una manera de conservación de ejemplares únicos, cualquier biblioteca que se precie contará con ediciones de textos en microfichas o microfilms y su correspondiente lector a disposición del usuario.
En la imagen que abre esta entrada podemos observar un ejemplo de microficha, la cual es una película rectangular negativa que almacena en ímágenes en miniatura las páginas de cualquier libro, tesis doctoral, revistas de investigación y divulgación académica, etc.
Estos negativos hechos en poliéster son ampliados por el proyector de microfichas para su correspondiente lectura, los cuales a través de una lente amplían las imágenes que contienen las microfichas o microfilms. Las imágenes son reproducidas en la pantalla, la cual a su vez puede estar conectada a una impresora para tener la posibilidad de trabajar con ellas en papel y con bastante buena calidad.
Cierto es que con el avance ultrarápido de la tecnología, el uso de las microfichas ha quedado obsoleto, pero en la década de los noventa supuso una revolución en cuanto a su fácil sistema de almacenamiento y por la buena conservación de las mismas. Además, la edición en microfichas supone un grandísimo ahorro de papel y da la posibilidad de disponer de muchos más ejemplares de un mismo original que si los coleccionáramos en papel. En la actualidad, la aparición y el uso de los lectores de libros electrónicos podría eliminar este sistema.
Imagenes | Colorado State University y Universidad Complutense de Madrid