En la década de los años 70 del siglo pasado, una petrolera francesa encarga la construcción de 4 barcos especializados en el transporte de petróleo. Así nace el Pierre Guillomaunt en 1979, que hasta esa fecha se convertiría en el barco más grande construido, con 414 m. de eslora, 63 de manga y un calado de 28,5 m. Sus otros tres hermanos de construcción, rondaban las mismas dimensiones.
Esta fiebre constructora de monstruos para el transporte de mercancías, nace de la necesidad de rentabilizar al máximo las “visitas” a los países productores de petróleo, pero la ingeniería pasó por alto un factor muy importante: a todos los petroleros que sobrepasaban un calado de 20 m., aunque las dimensiones lo permitieran, les resultaría imposible navegar por el Canal de la Mancha, ni por los artificiales más importantes, como el de Panamá o el de Suez, por ejemplo.
Así que de los grandes superpetroleros, y por ende, el barco más grande del mundo jamás construido, tenemos que quedarnos en 1980, cuando se construye el Mont (Knock Nevis o Jahre Viking, sus nombres anteriores), un coloso de 458,23 m. de largo, 68,86 de manga, capaz de llevar en sus bodegas 4,1 millones de barriles, que se desguazó en una playa de La India en el año 2010, y que su periplo bien valdría escrribir una novela de aventuras, dada su cantidad de dueños, rutas y dificultades pasadas, donde incluso fue bombardeado varias veces por la aviación iraquí.
Estas embarcaciones de tamaño gigantesco, sorprende por su poca tripulación, donde entre 30 y 40 marinos son suficientes, eso sí, con lo más avanzado en tecnología de navegación. Así tenemos que hoy en día, a pesar de no alcanzar el tamaño de sus generaciones anteriores, los superpetroleros siguen siendo descomunales, como ejemplo tenemos el FHM, el último que han construido astilleros chinos, y que puede transportar 318.000 toneladas dentro de sus 364 m. de largo, 65 m. de manga y 34 m de alto.