Las semillas de Beal: Un experimento de longevidad que perdura en el tiempo

En el fascinante mundo de la botánica, existen numerosos estudios y experimentos que buscan desentrañar los misterios de la vida vegetal. Uno de los más destacados y longevos es el conocido como «Las semillas de Beal», un proyecto iniciado en 1879 por el botánico estadounidense William James Beal, con el objetivo de determinar cuánto tiempo puede permanecer viable una semilla.

W. J. Beal, profesor de botánica en la Universidad Estatal de Michigan, se propuso investigar la capacidad de las semillas para germinar después de largos períodos de almacenamiento. Para ello, ideó un experimento que ha perdurado en el tiempo y que aún hoy, más de 140 años después, sigue arrojando resultados sorprendentes.

El experimento consistió en enterrar 20 botellas de vidrio que contenían una mezcla de arena y semillas de 21 especies diferentes de plantas, incluyendo malezas y hierbas comunes. Cada botella contenía 1.050 semillas, lo que sumaba un total de 21.000 semillas. Beal selló herméticamente las botellas y las enterró boca abajo a una profundidad de unos 60 centímetros en un lugar secreto del campus universitario.

El plan original era desenterrar una botella cada cinco años para poner a prueba la viabilidad de las semillas, intentando germinarlas en condiciones controladas. Sin embargo, con el paso del tiempo, los intervalos entre las exhumaciones se fueron ampliando. Hasta la fecha, se han desenterrado y analizado un total de 14 botellas, la última de ellas en abril de 2021, coincidiendo con el 142 aniversario del inicio del experimento.

Los resultados obtenidos a lo largo de estos años han sido realmente asombrosos. En la última exhumación, realizada por un equipo de investigadores liderado por el profesor David Lowry, se logró germinar con éxito semillas de Verbascum blattaria, una especie de gordolobo, después de 142 años enterradas. Este hito supone un nuevo récord de longevidad para semillas en condiciones controladas.

Anteriormente, en la exhumación de 2000, se consiguió germinar semillas de Malva pusilla, una especie de malva, tras 120 años bajo tierra. Estos hallazgos demuestran la increíble capacidad de algunas semillas para mantener su viabilidad durante períodos extraordinariamente largos, siempre que se encuentren en condiciones adecuadas de almacenamiento.

El experimento de Beal no solo ha proporcionado información valiosa sobre la longevidad de las semillas, sino que también ha servido como inspiración para otros estudios similares en todo el mundo. Además, ha puesto de manifiesto la importancia de los bancos de semillas y la conservación de la biodiversidad vegetal.

Los bancos de semillas, como el Banco Mundial de Semillas de Svalbard en Noruega, desempeñan un papel crucial en la preservación de la diversidad genética de las plantas. Estos repositorios almacenan semillas de numerosas especies en condiciones óptimas, con el fin de garantizar su supervivencia a largo plazo y protegerlas de posibles amenazas, como el cambio climático o la pérdida de hábitats.

El experimento de Beal también ha suscitado reflexiones sobre la capacidad de adaptación y resiliencia de las plantas. A lo largo de la historia evolutiva, las semillas han desarrollado mecanismos sofisticados para asegurar su supervivencia y propagación. Algunas semillas pueden permanecer latentes durante años, esperando las condiciones adecuadas para germinar, mientras que otras han evolucionado para resistir condiciones extremas, como sequías, incendios o heladas.

En un mundo cada vez más afectado por el cambio climático y la actividad humana, comprender y proteger la capacidad de las semillas para perdurar en el tiempo se ha vuelto más importante que nunca. Los estudios como el experimento de Beal nos recuerdan la asombrosa resiliencia de la naturaleza y la necesidad de preservar la biodiversidad vegetal para las generaciones futuras.

Quedan aún seis botellas por desenterrar en el experimento de Beal, con la próxima exhumación prevista para 2040. Mientras tanto, este estudio centenario sigue captando la atención de científicos y aficionados a la botánica de todo el mundo, recordándonos la importancia de la paciencia, la perseverancia y el respeto por los misterios de la vida vegetal.

En conclusión, el experimento de las semillas de Beal es un testimonio de la dedicación de los científicos por comprender los secretos de la naturaleza y un recordatorio de la asombrosa capacidad de las semillas para perdurar en el tiempo. A medida que continuamos explorando y protegiendo la biodiversidad vegetal, este estudio nos inspira a valorar y preservar el legado natural que nos rodea, conscientes de que las semillas que plantamos hoy pueden germinar y florecer en un futuro lejano.

Fotos y más información en MSU.

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