La regeneración neuronal

Hasta el siglo pasado, la teoría de la regeneración neuronal que ya defendía el doctor Santiago Ramón y Cajal, no había sido aceptada.

De un tiempo a esta parte, las teorías que el médico aragonés promulgaba hace casi un siglo, vuelven a estar de moda para contradecir la doctrina que hasta ahora se había asumido como válida, que las neuronas no se regeneraban.

El año pasado, el premio Príncipe de Asturias de Investigación recaía sobre tres neurobiólogos centrados en la investigación de la actividad cerebral y a quienes se le atribuye el descubrimiento de la regeneración de neuronas, proceso conocido como neurogénesis.

Las investigaciones que el estadounidense Joseph Altman, el mexicano Arturo Álvarez-Buylla y el italiano Giacomo Rizzolatti, han sido catalogadas como nuevos caminos para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson, así como una posible vía de esperanza para el autismo.

La nuerogénesis es la producción de células del Sistema Nervioso Central, hecho que se produce durante el desarrollo humano, como ya era sabido. El descubrimiento llega cuando esta producción se lleva a cabo en los seres adultos. La regeneración neuronal fomenta el crecimiento de las neuronas dañadas, de ahí que su estudio e investigación sea tan importante y contenga tantas esperanzas en la búsqueda de soluciones para enfermedades cerebrales que se daban por incurables.

Mientras que antes pensábamos que teníamos un determinado número de neuronas y que con el tiempo, y según el mal uso que pudiéramos hacer de ellas, las íbamos perdiendo poco a poco, la regeneración neuronal ha cambiado nuestro concepto. El cerebro puede reproducir nuevas neuronas, incluso en las zonas del cerebro que realizan las funciones más importantes.

Todavía se está trabajando en estas teorías y en cómo podemos ayudar a la regeneración de las neuronas. Algunos científicos están de acuerdo en que haciendo determinados ejercicios mentales, podemos ayudar a que las neuronas se mantengan vivas y nuestro cerebro activo, lo que evitaría posibles tumores y conservar una salud cognitiva.

 

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