Las plantas se comunican

1983 los biólogos norteamericanos Ian Balwin y Jack Schultz ofrecieron la primera prueba de comunicación entre plantas.

Estudiaban los arces, árboles típicos de la zona templada, y comprobaron que frente a la agresión de los herbívoros, ramoneadores de brotes tiernos, estos árboles aumentaban una sustancia que daba a las hojas un sabor amargo y era venenosa para los animales que se alimentaban de ellas. La mayor proporción de esta sustancia, taninos, la encontraron en los árboles que no habían sufrido una agresión. La conclusión era lógica, el árbol que había servido de alimento ponía en aviso a sus compañeros del entorno.

Este mismo efecto fue detectado por el zoólogo Wouter van Hoven en Sudáfrica. Se había observado la muerte de cientos de kundús, antílope sudafricano, sin saber la razón, durante la estación seca. Las necropsias realizadas descubrieron la existencia de  una elevada concentración de taninos en sus hígados. Habian muerto envenenados.

La culpable, la acacia. En condiciones normales, la cantidad de tanino que almacenan estos árboles no afectan a los animales. Pero en situaciones de sequía, las acacias incrementan notablemente esta sustancia convirtiéndose en mortales para los que las consumen.

Según van Hoven, cuando una acacia es ramoneada por un kudú, las hojas emiten vapores de etileno. Este alcohol parece ser el mensaje, que transmitido por el aire, llega a otras acacias provocando el aumento de taninos en sus hojas.

muri, un beso.

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